7 marzo 2022

El potente motor de la economía creativa y sus claves

La ONU ha apostado por la innovación y desarrollo aplicados a la creatividad, declarando 2021 el año de la economía creativa. En Fundación LAB Mediterráneo pensamos que este concepto merece espacio y reflexión. También queremos averiguar las claves de cómo la economía creativa puede incidir positivamente en el desarrollo económico, especialmente en el ámbito de la Comunitat Valenciana, en un momento clave en el que, además, València en 2022 ejercerá como capital mundial del diseño.

Después de todo, nos enfrentamos a etapas con grandes retos que podremos superar aportando imaginación. La economía creativa otorga competitividad a las empresas y nutre su palanca de innovación. En ese sentido, tenemos mucho que aprender del sector cultural y creativo.

Economía creativa: concepto y alcance

Cuando hablamos de economía creativa, nos estamos refiriendo al amplísimo abanico de sectores que basan su producción en la creación y el conocimiento. Nos referimos por ejemplo a la publicidad, la arquitectura, las artes, la artesanía, el diseño, la moda, cine, la televisión y la fotografía, o al teatro, música y videojuegos, entre otros.

Además, la economía creativa también potencia la investigación y desarrollo; la creación de  software es un ejemplo donde resulta más fácil identificar este potencial de I+D+i.
Por otro lado, no olvidemos que el arte y la creatividad también tienen capacidad de incidir en las economías regionales y nacionales.

Potencial de “innovación y desarrollo” del sector de la economía creativa

El concepto de la economía creativa tiene su origen en el trabajo de John Howkins “La economía creativa: cómo las personas hacen dinero de las ideas”. Este autor trata de explicar que la clave del éxito económico de estados o compañías tiene mucho que ver con la capacidad de crear.

Según su obra, las ideas tienen traducción económica, ya que se venden como producto y generan derechos de propiedad intelectual. Las claves, por tanto, residen en la capacidad de generar esas ideas, así como la de crear valor en otros ámbitos gracias a ellas.

El mundo necesita ideas creativas. Sin importar su procedencia, ya sea de grandes o pequeñas empresas, del sector público o privado. Después de todo, la creatividad es la madre de la innovación y el desarrollo. Y la transformación digital la ha integrado en nuestras vidas, revolucionándolas.

En ese sentido, las startups son el paradigma de la creatividad en el prisma de la innovación y el desarrollo. En ellas borbotean ideas frescas, surgidas en entornos ágiles, que son capaces de lograr aplicaciones inesperadas.

Ejemplos de “innovación y desarrollo” desde el sector creativo

La innovación es un concepto intrínsecamente ligado al sector creativo y artístico. Su desarrollo sí que ha requerido, en cambio, de ciertas dosis de aceptación y encaje para erigirse en tendencia y modelo de la sociedad del momento. ¿Dónde podemos visualizar algún ejemplo reciente de ello? Pensemos en la evolución y transformación del sector audiovisual o musical, que ha venido aparejado con la aparición de las plataformas de streaming. O en las innovaciones tecnológicas desarrolladas para hacer de un macrofestival un lugar cómodo, seguro y conectado. La innovación tecnológica, en este caso, asociada al panorama audiovisual lo que ha provocado es una democratización y un acercamiento de lo creativo a todos los públicos.

El sector artístico ha sido, por tanto, motor de ese cambio y modelo en la actual coyuntura socio cultural. Podemos añadir como ejemplo el desarrollo de las GPUs (el corazón de la tarjeta gráfica de cualquier ordenador). Estas han llegado a desarrollarse hasta límites inimaginables, tratando de satisfacer las necesidades de los creadores de videojuegos. La lista de aportaciones de la creatividad al resto de sectores es extensa y difícil de completar.

Economía creativa y crecimiento económico

Según datos de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo), las industrias creativas de Reino Unido en 2019 (previa pandemia) aportaban al PIB un 11,7%. En el caso de España, en el mismo periodo, las industrias culturales y creativas no sobrepasaban el 2,4% del PIB, de acuerdo con la Cuenta Satélite de la Cultura, que publica el Ministerio en colaboración con el INE, y ascendían al 3,2% si se consideraba al conjunto de actividades económicas vinculadas con la propiedad intelectual. Conclusión: conviene seguir creando e innovando a un buen y mejor ritmo.

¿Y si hablamos de economía creativa y de empleo juvenil? Sin duda estamos ante una alianza que funciona. De la mano de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) tenemos la respuesta: existen 30 millones de empleos (a nivel mundial) que están siendo llevados a cabo por parte de menores de 30 años y que pertenecen al sector cultural y creativo.

Además, esta fuerza de trabajo y creación trae dos lecciones aprendidas de casa: son digitales y están concienciados en la sostenibilidad. Pero para que la innovación y desarrollo lleguen como consecuencia de la creatividad o del arte hace falta estrategia y planificación.

La Comunitat Valenciana, ha sabido integrar arte y cultura, aportando un enfoque innovador en la creación de riqueza. De hecho, los sectores cultural y creativo suponen entre un 3 y un 4% del PIB de la Comunitat Valenciana. Y han llegado a alcanzar el 4,5% en lo que a empleo se refiere.

València, como Capital Mundial del Diseño para 2022, va a ser el epicentro de esa conjunción entre economía y cultura. Porque la cultura es conocimiento y genera un turismo cultural, que respira y emana de esa ansia de conocimiento intrínseca en el ser humano. Es precisamente ese turismo cultural, complemento del más asentado del turismo de sol y playa, el que va a empujar a todos los agentes implicados en la economía más creativa y transversal.

El desarrollo de manifestaciones artísticas y culturales de los que puede presumir la Comunitat Valenciana, van desde la arquitectura (Ciutat de les Arts i les Ciències), o festividades propias como las Fallas (Cultural Inmaterial de la Humanidad), las Hogueras de Alicante o la Magadalena de Castelló; hasta la creatividad que lleva implícita nuestra gastronomía o la moda. Si las tomamos todas juntas, resultan un acicate para el desarrollo de una industria creativa que crece y se retroalimenta de la mano del turismo que recibe la comunidad, creando una sinergia peculiar y otorgándonos una identidad propia como territorio creativo.

Queda latente que el turismo tiene una vinculación clara en la Comunitat Valenciana, en la que economía y cultura se retroalimentan precisamente a través de ese sector. Por tanto, es fácil llegar a la conclusión de que el sector cultural y creativo valenciano tiene todo el potencial imaginable para aportar innovación y desarrollo económico. Solo hay que dejar que fluyan las ideas y contagiar esa creatividad a otros sectores.

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